sábado, 25 de octubre de 2014

Callejas de Cine en Pucela (V)



Querido Feroz Khan entiendo su insana envidia y comparto sus razonables cabreos, mientras me veo obligado, por razones de representación, a echarme al coleto un gigantesco Gin-Tonic para ayudar a la digestión de medio lechal. Y es que la vida del enviado especial es dura, pero no escatimaré esfuerzos para dejar alto el pabellón de nuestro Cineclub verato; que no se diga que nos arrugamos los extremeños ni ante un lechón asado, un tojunto de Castilla, unas salchichas de Zaratán, unas morcillas de Valladolid....ni tampoco despreciamos: la bolla de chicharrones, los roscos de yema, las rosquillas de "trancalapuerta", las hojuelas, los bizcochos de cura.... No considere mi estancia en esta tierra, que ha metido cinco de sus caldos en la etiqueta de denominación de origen, más que como una embajada cultural que usted podrá atender cuando el Gallinero decida enviarme a mi a Cannes.

Le dejo con un resumen de la quinta jornada mientras me dirijo al cajero con la Gallina-Card a por un fajo, que esta noche la cosa va de ibéricos. Saludos


PARKOLÓ (Parking)  Bence Miklauzic (Hungría)

En cualquier parte (como dicen los que creen en Dios) hay cine, también en un descampado, dentro de la ciudad, que sirve de aparcamiento. En cualquier sitio y circunstancia la gente puede mantener la dignidad y perder los papeles, como energúmenos, si alguien les lleva la contraria. Todo ser humano, por muy anónimo que nos resulte, tiene detrás una historia que puede ser contada y que ellos, en ocasiones, no quieren contar.
De todas estas cosas, de las supuestas diferencias entre ricos y pobres y de la falsa creencia de que somos culpables de todo cuanto nos sucede, trata esta humilde y original investigación del director húngaro, que bucea en el interior de sus personajes buscando respuestas o confesiones.

No todos reaccionamos igual ante la adversidad y el dinero, por más que algunos se empeñen, no lo compra todo; es el mensaje que Bence Miklauzic deja flotando cuando aparecen los créditos y buscamos la calle y tal vez nuestro coche en un Parkoló, quien sabe si regentado por un individuo tranquilo que, como el Legionario, tiene detrás una película.

MI CALIFICACIÓN: 7 SOBRE 10


KUZU (El corderito)  Kutlug Ataman Turquía/Alemania

Aprovechando una antigua fábula turca, Kutlug Ataman teje un guión que descubre todas las deficiencias de una sociedad en la que la ignorancia, las tradiciones, el machismo y la invisibilidad de la mujer (primera víctima de cualquier religión), son la base para la intolerancia, la pobreza y la injusticia.

La familia de Mert, el nuevo circuncidado, como aquella otra de "Lloviendo piedras"(Ken Loach) no tiene dinero para el banquete, pero rebosan orgullo y, sobre todo la madre (Medine), harán lo imposible para conseguir un cordero que les situe a un nivel social respetable. Pero como suele suceder casi siempre: "al perro flaco todos son pulgas", y los planes se van torciendo, hasta el punto de tener que buscar sagaces alternativas.

Puedes considerarlo un cuentecito para todos los públicos pero con moraleja para mayores, no exenta de burla e incluso sátira, como si de un apólogo de Samaniego se tratara.

MI CALIFICACIÓN: 6 SOBRE 10


EN DU ELSKER (Alguien a quien amar)  Pernille Fischer Christensen  Dinamarca/Suecia

Parece que, de alguna manera, aquellos que consiguen fama internacional lo hacen porque han vendido el alma al diablo, y todos sabemos lo mal que se pasa andando por ahí con un agujero, que va de los cordones de los zapatos al cuero cabelludo. Algo así le pasa a Thomas Jacob, una estrella de la canción, el Leonard Cohen danés afincado en Los Angeles; y como las cosas siempre pueden empeorar, en Copenhague le espera una hija a la que conoce por poner su nombre en algún que otro talón y su nieto Noa (11 años) al que nunca ha visto.

Con una frialdad, a juego con los escandinavos ríos helados, el protagonista deambula huyendo de cuaquier afecto que pudiera contribuir a su descongelación. Solo trabajo, pastillas para dormir, nuevos temas musicales y la eterna ausencia de las drogas que le encumbraron y le mataron.
MI CALIFICACIÓN: 6 SOBRE 10

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